—?Quién es ese? —dijo Ziggy, intentando discernir la figura que se movía entre las sombras. La flama de su espada había menguado, dificultándole determinar si se trataba de un aliado o de una nueva amenaza.
La figura avanzó lentamente, hasta que el tenue brillo de un encendedor reveló su rostro.
—?Max! —exclamó Ziggy, sorprendido.
Frente a él estaba Max, el segundo más fuerte de los Centurios. A pesar de la peligrosa situación, Ziggy no pudo evitar sentir un breve alivio al tenerlo a su lado. Un Legatus y un Centurio juntos significaban casi una victoria segura, especialmente si se trataba de ellos, reconocidos ampliamente entre las bestias por su fuerza y habilidad.
Pardo frunció el ce?o, consciente de que estaba en una posición complicada. Enfrentar a dos de los más poderosos Elementales no era algo que pudiera tomarse a la ligera.
—Es raro verte por aquí, Ziggy —dijo Max mientras apagaba el encendedor y sacaba su espada—. Pensé que encontraría a BJ.
—No importa —a?adió con un destello de confianza en su mirada—. Contigo aquí, tendremos una buena oportunidad contra este adefesio.
Sin más palabras, Max se lanzó hacia Pardo con la velocidad y fuerza características de los Centurios. Pardo reaccionó al instante, posicionándose para interceptar el ataque. Justo en ese momento, Ziggy aprovechó para atacar desde la retaguardia, blandiendo su espada de fuego. Pardo, por un instante, olvidó la presencia de Ziggy y estuvo a punto de recibir el impacto, pero con un golpe al suelo hizo temblar toda la calle, obligando a ambos Elementales a retroceder.The genuine version of this novel can be found on another site. Support the author by reading it there.
Max y Ziggy dieron un paso atrás, pero rápidamente volvieron a posicionarse frente a la bestia, lanzando un ataque coordinado. Sus movimientos eran rápidos y precisos, como si fueran una extensión el uno del otro. No necesitaban hablar; cada uno parecía saber exactamente lo que el otro haría, cubriéndose y apoyándose en cada golpe.
Saico, que observaba la batalla desde un rincón oscuro, no podía creer lo que veía.
—?Cómo...? ?Cuándo...? —se preguntaba, desconcertado.
Todo ocurría demasiado rápido para sus ojos. Los dos espadachines luchaban con una sincronización casi perfecta, pero lo más impactante era cómo Pardo, a pesar de estar en desventaja numérica, parecía estar mejor posicionado que sus oponentes.
La batalla continuó durante varios minutos. Los ataques de Max y Ziggy no cesaban, pero Pardo resistía con una ferocidad inhumana. Aunque sabía que los Elementales no se rendirían fácilmente, también entendía que no podía permitirse caer esa noche.
De repente, con un rugido gutural, Pardo golpeó el suelo con toda su fuerza, levantando pedazos de pavimento y creando una distracción en medio del caos. Sabía que debía retirarse antes de que llegaran refuerzos. Aprovechando la confusión, se alejó hacia las sombras, pero no sin dejar un mensaje.
—?Zero está casi listo! —rugió—. ?Y vendrá por ustedes, Elementales!
Con esas palabras, Pardo desapareció en la fría oscuridad de la noche, dejando a Max, Ziggy y Saico con una mezcla de inquietud y determinación.